Consultamos la perspectiva de tres agrónomos para prevenir daños y recuperar suelos degradados. Agroecología, biodiversidad y materia orgánica. Claves para cultivar un suelo sano.
En el contexto actual de lluvias intensas, como en las localidades bonaerenses de Pilar con 193 milímetros caídos en un día y 182 en San Nicolás, con una alerta amarilla por tormentas que se mantiene en Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, Córdoba y Santiago del Estero, los fenómenos meteorológicos de los últimos cuatro días afectaron a miles de argentinos que sufrieron daños en sus viviendas, barrios, caminos y cultivos inundados, y cortes de electricidad. El Servicio Metereológico Nacional (SMN) explicó que durante la primavera y el verano, el noreste argentino tiende a registrar “precipitaciones superiores a las normales” durante la fase El Niño, mientras que La Niña provoca en la misma zona “precipitaciones por debajo de lo normal”. Este evento ocurre en un periodicidad que varía entre dos y siete años. Se espera que en el norte de la provincia de Buenos Aires las lluvias superen los 350 mm.
La crecida del arroyo Del Medio en La Emilia, San Nicolás, en plena zona de cultivos extensivos. Evacuación de vecinos por riesgo de desborde, con la activación de la alarma de evacuación desde el Centro de Monitoreo municipal de San Nicolás, en el norte de la provincia de Buenos Aires. (Foto: Sergio Barbieri).
Desde Bioinsumos.ar consultamos a tres profesionales y coinciden en recomendar prácticas agroecológicas tanto para prevenir daños como para recuperar suelos inundados. Gabriela Civeira es investigadora en el Instituto de Suelos del INTA Castelar y docente de la materia Impacto Ambiental en Agrosistemas en la Facultad de Agronomía y Ciencias Agroalimentarias de la Universidad de Morón, aporta el documento Suelos Hidromorficos1 del que resume : “Existen suelos inundados que pueden ser inundados por mucho tiempo, que ya serían los humedales. Suelos medianamente inundados porque pueden estar bajo agua varios días, (saturado) y después por cortitos períodos, que se anegan eventualmente y podría no pasarles nada . Bajo agua a los suelos les empiezan a pasar cosas, sobre todo en la parte física, química y biológica también: pueden tener olor a azufre porque cambian todas las condiciones, en vez de tener oxígeno o aire y agua, están todos los poros con agua. Entonces sí, es un problema . Si vos tenés un tiempo el suelo inundado con animales, el peso lo apelmaza, la pezuña del animal compacta el suelo, se degrada la estructura. Lo mismo cuando hay una maquinaria pesada y pasa cuando el suelo está mojado”.
“El aspecto químico es también una de las peores cuestiones, porque en vez de tener aire y agua, los nutrientes, que se basan en eso, en aire y agua, y los microorganismos que trabajan para que haya nitrógeno, para que haya fósforo se ven afectados. El nitrógeno es uno de los primeros también, porque en vez de estar de una forma química, que las plantas lo puedan tomar se pone de una forma química que no, y eso ocurre con poca inundación”.
Figura 1. Mapa de suelos hidromórficos de la República Argentina (adaptado del mapa de suelos INTA: http://geointa.inta.gov.ar/web/index.php/suelos-de-la-republica-argentina/)
“Todos los manejos que puedan ser preventivos, como no pastorear o poner un pastoreo muy racional que no sea un exceso de animales , donde se rota rápido, cultivos de cobertura. Siempre y cuando los suelos no estén anegados por muchísimo tiempo, porque ahí las plantas, no van a crecer. Puede haber un manejo también de especies forestales que consumen agua, pero eso también depende de la región, si es un ecosistema como el de La Pampa que no tiene árboles y le pusiste árboles, también es un problema. Pusieron árboles, empezaron a consumir y en algunos casos también el agua se empezó a acumular. Es fundamental respetar lo original, hacer por lo menos coberturas que tengan que ver con el ecosistema original, apuntando a lograr que el suelo que esté tapado todo el año.”
Figura 2. Áreas con hidromorfismo en la Pradera Pampeana. (Extraído de Taboada y Lavado, 2009)
“Hay muchos suelos que ya son así. Yo siempre hablo un poco más de la región pampeana, que es lo que uno más conoce, la pampa deprimida es un lugar donde hay suelos muy inundados de toda la vida, naturalmente. No es que el hombre los inundó, en ese caso, hay zonas que son un poquito más bajas. Ahí se acumula. Vos sabés que ahí ya no lo tocás. Dejás la vegetación original y te hacés cargo de la parte que podés hacerte cargo, a la parte donde está un poquito más elevado. Siempre en la región pampeana, por ejemplo en la pampa deprimida, Chascomús, todo eso que son lomitas, es un poquito más elevado y así puede crecer más vegetación, siempre manteniendo la vegetación como cobertura, porque la cobertura hace que incluso el agua de lluvia no rompa las estructuras que ya están armadas, que eso también puede pasar”.
“Otro manejo que se implementa son los cinceles, que lo que hacen es romper ahí la estructura como para que drene, pero bueno, eso también lleva un costo como sabemos de gasoil para mover aparatos que encima son re pesados. Siempre que se pueda con cobertura y vegetación siempre va a ser más fácil y más económico. Por lo menos, natural”
Dinámica del agua en llanuras húmedas con freática poco profunda
En estas condiciones, los cambios de uso del suelo y las características de la cobertura vegetal, tendrán una incidencia directa en el balance hídrico vertical. El escurrimiento general será inferior al 5% de la precipitación y, cuando las precipitaciones superan la capacidad de almacenamiento de los suelo, se producirá el llenado secuencial de los bajos y lagunas, la elevación de los niveles freáticos, interconexión de cauces indefinidos, escurrimiento mantiforme y ocasionalmente en inundaciones (Sallies, 1999).
El Ingeniero agrónomo Nicolás Camiletti, es asesor agroecológico radicado en Exaltación de la Cruz, experimentado en el cultivo de frutales, integrante de la RENAMA, describe: “En suelos descubiertos el impacto de las gotas de lluvias con alta intensidad (muchos mm en pocos minutos) rompen la estructura en los primeros centímetros de suelo, generando lo que comúnmente se conoce como planchado superficial, esto genera un sellado de los poros del suelo e impide la infiltración del agua hacia el perfil del suelo. Al acumularse el agua en superficie no le queda otra que escurrir, que si es con velocidad genera cárcavas en el caso de suelos con pendiente y encharcamiento en suelos planos”.
“De aquí la importancia de mantener siempre los suelos cubiertos con cultivo verde o seco. Evitar las excesivas labranzas. Buscar momentos del año que se prevén menos intensidad de lluvias (otoño-invierno). Elegir labranzas verticales (cincel, carpidores que no entierran la vegetación, etc.) versus las horizontales (arados, rastras de discos, etc.). Siembra de cultivos de cobertura tanto invernales como estivales de ciclo anual”.
Al igual que Gabriela, Nicolás señala: “Cuando el suelo se encuentra mucho tiempo (más de 2 ó 3 días) con agua por encima de su capacidad de campo (saturado) comienzan a ocurrir procesos de anaerobiosis es decir que los poros del suelos están con tanta agua que no le dejan lugar al oxígeno para que puedan respirar tanto las raíces como la gran diversidad de organismos que allí habitan cumpliendo su rol agroecosistémico. Otro nutriente que deja de estar disponible en los poros del suelo es el nitrógeno dado que este forma gran parte del aire del suelo. Así mismo ocurre variaciones en el pH que provocan que muchos nutrientes pasen a formar estructuras que no son asimilables para las plantas. Todos estos desequilibrios se ven reflejados en un estrés del cultivo que lo dejan más débil frente a adversidades bióticas y abióticas ( factores bióticos son los componentes vivos de un ecosistema , mientras que los componentes físicos y químicos no vivos en el ecosistema son abióticos ) .
Sobre la recuperación propone: “Es posible recuperarlos con prácticas que pueden llevar varios años de trabajo, como el aumento paulatino de materia orgánica a través de siembra de cultivos anuales en base a gramíneas como el grupo de las C4 ( plantas que cuentan con un compuesto de 4 carbonos) que aportan biomasa rápidamente, aporte de enmiendas orgánicas sólidas y líquidas, pero fundamentalmente de un buen manejo del suelo realizando las labranzas en momentos ideales”.
“Labranzas verticales, generando gran biomasa en superficie y en el perfil del suelo, elección de momentos del año para realizar labranzas, siembra en directa (sin remover el suelo), períodos de descanso, siembra de praderas forrajeras y la incorporación de animales que aumenten el reciclado de nutrientes y aumento de materia orgánica para amortiguar el impacto. Pero lo importante es saber y entender que si llegamos a la situación de un suelo dañado por intensas lluvias debemos revisar que práctica no debemos repetir, evitar o mejorar”.
El ingeniero agrónomo José Alonso, socio de la empresa santafesina de agrobiotecnología Microvidas , cuyo lema es “Conservar produciendo”, reflexiona: “Las lluvias excesivas en primera instancia recargan el perfil en profundidad, o sea que en principio son buenas en suelos que drenan bien, en el caso que la intensidad de la lluvia (mm/h) sea superior a la infiltración, se producirá una pérdida de agua por escurrimiento y si el suelo no posee pendiente o es muy baja el suelo se inunda y puede desmejorar la estructura por el fenómeno conocido como estallido de agregados y su dispersión , que aceleran aún más el proceso de anegamiento”.
“Las lluvias intensas provocan daño al suelo por golpeteo de las gotas en la superficie dispersan el suelo, lo taponan y erosionan. Esto se mitiga teniendo el suelo cubierto de rastrojos o de cultivos siempreverdes o mejor aún utilizando especies forrajeras perennes o forestales o frutales, estos últimos mantenidos con coberturas verdes”
Coincide con sus colegas al resaltar la pérdida de nutrientes : “Las lluvias en exceso, degradan la estructura, solubilizan y arrastran nutrientes y erosionan el suelo, como consecuencia de ello hay menos nutrientes menos agua y menos aire para los cultivos. Los suelos dañados por anegamiento pueden mejorar cultivándose, es decir la materia la orgánica y las raíces mejoran los suelos y crean nuevamente estructura, los sistemas agrícolas deben tender a mantenerse con vegetales vivos la mayor parte del tiempo posible (siempre verde o cultivos permanentes o incluso solapados) o bien a perennizarse, pero los suelos que han degradado con erosiones importantes no es posible con métodos de cultivos devolver la perdida de material que migró del lote”.
Y recomienda: “Suelos que se han lavado, han perdido los minerales, es posible que los repongan con fertilizaciones importantes y con enmiendas de esos minerales, además del aporte de enmiendas orgánicas entre ellas estiércol de rumiantes, purines de cerdo, residuos de ponedoras, camas de pollo etc y del aporte de enmiendas biológicas y consorcios microbianos. Preferentemente todas estas tres prácticas en conjunto”.
- Suelos hidromórficos ↩︎
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