“Tenemos la oportunidad de liderar la transformación del sistema agroalimentario global”

En plena crisis climática, el profesor Arilson Favareto, titular de la Cátedra Josué de Castro, alerta que el agronegocio brasileño mantiene prácticas extractivas bajo un discurso de sostenibilidad, avanzando lento y sin romper la dependencia de las commodities. “El sistema agroalimentario en escala global va a tener que introducir componentes de la agroecología en su forma de funcionamiento. Incluso la agricultura convencional debe adaptarse al nuevo clima”, señala.

“El concepto de neoextractivismo ha sido usado por muchos científicos sociales para caracterizar la situación de países que tienen una dependencia excesiva de la exportación de bienes primarios en sus economías. Cuando hablamos de bienes primarios, hablamos de commodities agrícolas o minerales. Estos problemas tienen una fase externa y una fase interna.

La fase externa es la inserción subordinada de estas economías en el orden internacional, porque estos países necesitan exportar cantidades cada vez mayores de estos bienes primarios para poder importar bienes industrializados y de mayor valor agregado. Esto produce una asimetría, una situación de dependencia en el comercio internacional. Además, en muchos casos, como en Brasil, hay también una concentración muy grande en el destino de estas exportaciones”.

“En el caso brasileño, el 80% de la exportación de soja, que es el producto principal de exportación del país, va a un único destino, China. Esto también deja al país muy vulnerable, porque la economía depende mucho de un solo comprador. Desde el punto de vista interno, también hay problemas.

Primero, porque esta producción de commodities en general es hecha en grandes propiedades. Con esto, la producción de esta riqueza, la producción de la renta asociada a estas actividades, también va a ser muy concentrada, agravando el problema de las desigualdades, que ya es muy fuerte en América Latina y en Brasil en particular. Además, estas economías acaban pasando por un proceso de simplificación”.

“De nuevo, dando el ejemplo del caso brasileño, la industria, en el auge de su participación en la economía brasileña, correspondía a casi un tercio del Producto Bruto brasileño. Hoy, con el avance de este proceso de primarización de la economía, característica del neo-exctrativismo, la participación de la industria en la economía brasileña significó del 12 al 15%, que es más o menos equivalente a la participación que la industria tenía en los años 40 del siglo pasado. Por lo tanto, casi 100 años atrás.

Este es el proceso que el economista americano Danny Rodrik llama la reprimarización de las economías latinoamericanas. Y esto refuerza esta posición de fragilidad en la inserción externa y también internamente en los países. Y claro, no podemos dejar de mencionar que estos problemas de concentración y especialización económica tienen también una contrapartida política”.

“A medida que haya concentración de la renta y la riqueza, habrá también una concentración del poder político, es decir, de la capacidad que estos sectores exportadores tienen de ejercer poder sobre el poder del Estado. Al ejercer este poder, acaban dirigiendo incentivos, mecanismos de regulación, financiamiento, justamente para favorecer a este mismo sector. Entonces se crea así una espiral positiva, se crea así una inercia institucional en la que el privilegio de este sector crea las condiciones para que sea siempre privilegiado en la construcción de las capacidades y de las competencias económicas en nuestros países”.

El contexto del cambio climáticos es tan grave y tan alarmante que es imposible imaginar que, incluso las actividades convencionales como la agropecuaria convencional, tal como se practica en Brasil, no pasaran por ajustes. Tendrán que pasar por ajustes y por varias razones. Primero, porque el agravamiento de los llamados eventos extremos, las sequías prolongadas, las ondas de calor, en otras regiones el exceso de lluvias, inundaciones, etc., está cambiando el panorama productivo”.

“Algunas regiones que tenían una agricultura totalmente viable y competitiva, pueden o ya están dejando de serlo, justamente por los cambios en estas condiciones naturales. Por ejemplo, en el centro-oeste de Brasil hay muchas regiones de producción de soja que ya producen al límite de la disponibilidad hídrica. Si hay menos lluvias, solo es viable producir con irrigación.La irrigación es más cara y, por lo tanto, esta agricultura se quedará menos competitiva. Hay regiones que producían 3 zafras al año, y esto ya no es más posible, también para los problemas climáticos. Entonces, hay una necesidad de ajustes”.

“Además, los mercados consumidores están presionando cada vez más el sector empresarial para que se adopten medidas de enfrentamiento de los cambios climáticos. Por todos lados, es inimaginable decir que estos ajustes no van a suceder. Si no suceden, lo que va a pasar es simplemente la pérdida de competitividad y la pérdida de mercados de esta actividad agropecuaria.

Ahora, la respuesta ya viene siendo dada, en realidad. Hay nuevas tecnologías, hay una prospección de mercados, pero todo esto está siendo hecho, en primer lugar, de manera muy lenta. Esto todavía es minoritario. En segundo lugar, esto está siendo hecho de manera muy ambigua. Es decir, al mismo tiempo que se adoptan algunas tecnologías innovadoras, como el uso de bioinsumos o prácticas regenerativas en la actividad agropecuaria, al mismo tiempo también se aumenta el uso de prácticas convencionales. Se aumenta el desmalezamiento, se aumenta el uso de agrotóxicos”.

“Por eso, nosotros acostumbramos decir que son soluciones del tipo “y” , y no del tipo “o”. Del tipo “y” porque se van agregando prácticas más innovadoras. No son del tipo “o” porque hasta ahora no se han sustituido en larga escala las prácticas convencionales. Entonces, todo indica que el escenario más probable es que tendremos un empeoramiento en la contribución del sector agropecuario a las cambios climáticos.

Con esto, tendremos un agravamiento de los eventos extremos y, simultáneamente, tendremos la proliferación de un conjunto de tecnologías que van, a largo plazo, pero yo sublimo a un plazo excesivamente largo, para hacer que nuestra producción agropecuaria sea más verde. Por eso, usé la expresión de neo-extractivismo verde, porque estas cambios que ya están en curso van a llevar a una descarbonización de la actividad agropecuaria, pero en un plazo excesivamente largo y, en segundo lugar, sin alterar las condiciones de dependencia de la producción de commodities. Por eso, mantiene un neo-extractivismo, porque mantiene la dependencia de la exportación de bienes primarios, pero un neo-exctrativismo más verde”.

La Cátedra Josué de Castro en Sistemas Alimentarios Saludables y Sostenibles es un espacio interdisciplinario de reflexión y producción de conocimiento sobre sistemas alimentarios que integra sus dimensiones económicas, sociales, culturales, legales, ambientales, políticas y sanitarias, así como sus marcos legales, institucionales y de gobernanza. Creada en 2021 y con sede en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo. Recientemente publicó en su web el trabajo que compartimos:  "En 2025, la COP 30 se celebrará en el corazón de la selva amazónica, en Belém, Pará. Como anfitrión de la reunión, uno de los eventos multilaterales más importantes del año, Brasil ocupa un lugar destacado en el debate. Esto podría representar una oportunidad para que el país lidere la agenda global sobre el cambio de uso del suelo y la agricultura. Una transición justa y sostenible en los sistemas agroalimentarios es fundamental para combatir el cambio climático, no solo en términos de mitigación, sino también en cuanto a los esfuerzos para preservar la biodiversidad y combatir la desigualdad".

Caminos viables

“Esta es la tendencia. ¿Cuál camino sería más viable para alcanzar un sistema alimentario sustentable y justo? Yo diría que es necesario combinar mejor dos agendas. En primer lugar, es necesario combinar la agenda de la descarbonización con la agenda de la biodiversidad.

El calentamiento global es uno de los grandes problemas ambientales con los que la humanidad se enfrenta. Los científicos del Centro de Resiliencia de Estocolmo ya nos llamaron la atención por el hecho de que existen nueve límites del planeta, de los que seis ya están siendo superados. Y yo destacaría la enorme contribución negativa que la actividad agropecuaria ha dado a la erosión de la biodiversidad.

Sin la conservación de la biodiversidad, no es posible tener un equilibrio ecosistémico. Entonces, la agenda de la transición no puede ser sólo una agenda de descarbonización. Tiene que ser también una agenda de valorización de la biodiversidad“.

“La segunda agenda que debe ser reconectada es esta agenda de la descarbonización con la agenda de las desigualdades. Porque estamos viendo un proceso de concentración cada vez mayor de la propiedad y de la renda, y sin revertir esto, no se puede llamar esta transición justa. Por lo tanto, se necesita más atención a los pequeños agricultores, a la agricultura familiar, a las economías indígenas, campesinas, a los segmentos más vulnerables, porque en este proceso de transición a la sustentabilidad podemos estar dejando a mucha gente atrás, y eso no es desechable.

El papel del Estado y de las políticas públicas en el proceso de transición ecológica es fundamental, porque si esta transición sucede sólo en el ritmo y en el sentido dado por las fuerzas de mercado, va a ser muy demorada y va a ser al menos ambigua. Voy a dar dos ejemplos aquí. Uno de los sectores que en el sistema agroalimentario más emiten gases de efecto invernadero es la producción agropecuaria”.

“¿Y qué es una de las alternativas que se está considerando para disminuir este impacto ambiental de la producción agropecuaria? Son las llamadas proteínas artificiales, o que algunos también llaman carnes de laboratorio. Hoy prácticamente todos los grandes frigoríficos ya están invirtiendo en tecnologías de producción de proteínas artificiales. Ahora, ¿cuál será el resultado de esto? Va a ser una concentración aún mayor, porque en la producción convencional de carne tenemos un número muy grande de pequeños productores incluidos en la cadena de proveedores.

Y, por otro lado, el modelo de la producción de proteínas alternativas ya está totalmente controlado por grandes corporaciones. Entonces, si esta es la alternativa, vamos a estar aumentando enormemente la exclusión. Otro ejemplo”.

“En los últimos años hemos tenido un enorme volumen de inversión en grandes proyectos de reforestación , regeneración de paisajes, recuperación de áreas degradadas. Claro, esto es positivo, pero todavía no tenemos un buen estudio que muestre qué está pasando con el mercado de tierras en estas regiones. Hay indicios de que en algunas áreas las comunidades tradicionales están siendo afectadas y perjudicadas por estos grandes emprendimientos.

Entonces, lo que quiero decir es que existe una necesidad de que este proceso de transición sea mínimamente coordinado entre el Estado y el sector privado. Es claro que muchas iniciativas caberán al sector privado y es bueno que sea así, pero hay un conjunto de otras iniciativas que tienen que ser llevadas adelante por el Estado y a través de políticas públicas. Esto envuelve actividades, acciones de regulación”.

“¿Qué puede ser hecho? ¿Cómo puede ser hecho? Esto envuelve la destinación de incentivos. Los incentivos no deberían ser dirigidos para actividades que agravan desigualdades. Los incentivos deberían priorizar actividades, respuestas, soluciones que simultáneamente enfrenten la agenda de las cambios climáticos y disminuyen desigualdades y el tema del financiamiento.

Es claro que cada vez hay más financiamiento privado en lo agropecuario, pero el financiamiento público todavía es extremadamente importante y es necesario introducir criterios socioambientales en el uso del Fondo Público. Brasil, desde la redemocratización de los años 80, tiene una política llamada Reforma Agraria. A lo largo de estas décadas, se han asentado más de un millón de familias en Brasil“.

“A pesar de esto, observamos en el mismo periodo un proceso de concentración fundiaria. Lo que podríamos sacar de esto, por lo tanto, es la constatación de que si no tuviéramos las acciones de distribución de tierras, el asentamiento de familias en estos programas de Reforma Agraria, la concentración a lo largo de este periodo habría sido aún más brutal. En los años anteriores al actual mandato del presidente Lula (Dasilva), este proceso de asentamiento fue interrumpido marcadamente durante el gobierno de (Jair) Bolsonaro”.

“Está siendo retomado ahora y es muy importante que esto suceda porque tenemos un gran número de familias sin tierra en Brasil y una concentración de propiedad fundiaria muy grande. Ahora también es necesario tener en cuenta que estamos hablando de una retomada de estas acciones con un número aún muy pequeño de familias y esto es una acción importante, sin duda, pero pariativa porque es totalmente insuficiente para revertir la concentración que tenemos en la estructura fundiaria brasileña. Las oportunidades para integrar sistemas agroecológicos sustentables en los asentamientos de Reforma Agraria son enormes porque este es el sentido de una transición que, como dije en una de las preguntas anteriores, ya está en curso”.

El sistema agroalimentario en escala global va a tener que introducir componentes de la agroecología en su forma de funcionamiento. De mi punto de vista, ya está haciendo esto aunque, repito, de manera muy insuficiente y de manera muy lenta. Por lo tanto, las oportunidades son claras porque sólo así será posible tener una producción más resiliente y de acuerdo con las exigencias de un contexto de crisis climática”.

“Ahora, los desafíos son de la misma monta, de la misma proporción porque, en primer lugar, una buena parte de los asentamientos de Reforma Agraria en Brasil están realizados y están localizados en áreas distantes de los mercados más promisores para esta producción. Entonces, hay necesidades de mercado, de infraestructura de crédito para poder viabilizar una producción en bases agroecológicas, pero que sea también una producción competitiva en condiciones de disputar espacio en el mercado con las formas de producción de alimentos convencionales. Claro, si pensamos en los asentamientos de Reforma Agraria solamente por la óptica de la subsistencia de las familias que están allí, este problema es menor”.

“Pero si pensamos en términos de disputa de modelos, entonces los desafíos son enormes. Ahora, yo diría que son enormes también no sólo en los asentamientos de Reforma Agraria. Uno de los grandes problemas que tenemos en Brasil hoy es que, incluso en el segmento de la producción familiar, aquellos que participan en los mercados más dinámicos producen con base en el modelo convencional”.

Muchas regiones en Brasil que se apoyan en la llamada agricultura familiar también necesitan pasar por un proceso de conversión para las prácticas de la agroecología. Y ahí, como yo dije, en el caso de los asentamientos de Reforma Agraria, las oportunidades son tan grandes como los desafíos. Nosotros, desde la Cátedra Josué de Castro sobre Sistemas Alimentarios de la Universidad de São Paulo, hemos insistido bastante en la idea de que las cambios que el sistema agroalimentario global necesita pasar para adaptarse a las cambios climáticos pasan por superar lo que llamamos tríple monotonía que marca el sistema agroalimentario global”.

A menos de cinco meses de la COP30 (la 30.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), prevista para noviembre en Belém, Brasil instala la necesidad de cambios en la agenda.

Contra la triple monotonía

“¿Triple monotonía por qué? En primer lugar, hay una monotonía de las labores. Hoy tenemos una parte significativa de la producción agrícola dirigida a la producción de granos predominantemente utilizados en la alimentación animal. En muchos lugares, la área dedicada a la cultura de productos más tradicionalmente relacionados con la alimentación humana, en el caso de Brasil, el arroz, el feijón y otros productos, viene perdiendo espacio, viene perdiendo participación relativa y viene aumentando la producción de un conjunto pequeño de granos con destaque para la soja cuyo destino principal es la alimentación animal.

La segunda dimensión de la monotonía está justamente ahí, en la producción animal. Una buena parte de la oferta de proteína de origen animal en el mundo hoy viene de la creación de pequeños animales sobre todo frangos y suinos, producidos en modalidades concentracionales, con un gran número de animales, en un proceso de padronización genética en ambientes que son muy favorables a la proliferación de enfermedades. Y esta proliferación de enfermedades solo puede ser combatida con un uso también cada vez mayor de antibióticos.

“Esto genera el problema de la llamada resistencia antimicrobiana que afecta a los animales, pero que también trae riesgos de contaminación humana. Y la tercera dimensión de la monotonía es la monotonía de las dietas alimentarias. Hay una cierta ilusión de que las dietas contemporáneas son diversificadas cuando miramos las paredes coloridas de los supermercados, pero esto es una engaña.

Cada vez más las personas vienen sustituyendo una alimentación diversificada por un consumo cada vez mayor de ultraprocesados con efectos ya conocidos sobre la salud humana. Entonces, al mismo tiempo que aumenta la oferta de alimentos, aumentan también los problemas relacionados a la nutrición y la salud humana por el tipo de alimentos que las personas consumen. Entonces, esta triple monotonía es el resultado de un modelo de producción agropecuaria, de la organización del sistema agroalimentario, que se estructuró a partir de la posguerra y que fue basado fuertemente en esta idea de padronización tanto de la producción agropecuaria de un lado como del consumo de otro lado”.

“Y este modelo, si por un lado fue muy bien sucedido en términos de aumentar la oferta de alimentos en el mundo, hoy los objetivos tienen que ser otros. Claro que aún hay hambre en el mundo, pero el hambre que aún existe en el mundo se explica, sobre todo, por la dificultad de acceso de las personas a los alimentos, y no por la falta de alimentos producidos. Entonces, el objetivo ahora tiene que ser otro”.

Mejores alimentos y suelos vivos

“El objetivo no puede ser más simplemente aumentar la producción y la productividad. El objetivo tiene que ser garantizar para todas las personas el acceso a alimentos, y no a cualquier alimento, pero a alimentos saludables y producidos en condiciones sostenibles. Por eso, superar esta tríplice monotonía es el camino para alcanzar este nuevo objetivo normativo que debe organizar, que debe guiar la organización del sistema agroalimentario a lo largo del siglo XXI.

Las comunidades rurales y los movimientos sociales pueden contribuir para transformar los sistemas alimentarios en modelos más equitativos y sostenibles si tienen la capacidad de servir como espacios de producción y valorización de la diversidad. Esta es una contribución fundamental que solo estos grupos y este tipo de comunidades pueden dar. Ahora, ellas solas no van a conseguir hacerlo”.

“Por eso es importante que, junto con estos movimientos, tengamos la construcción de alianzas, de coaliciones, involucrando otras fuerzas sociales que puedan presionar tanto las grandes corporaciones, como principalmente el Estado y las políticas públicas en la dirección de crear un ambiente institucional, esto es, regulación, incentivos y financiamiento, para que el conjunto del sistema agroalimentario pase a orientarse por otros objetivos éticos normativos que no solo son el aumento continuado de la producción y de la oferta de alimentos, independientemente de la manera en que sean producidos. El uso de bioinsumos y biopreparados representa una de estas fronteras por las que la transición ecológica o agroecológica ya está sucediendo en la actividad agropecuaria. Y esto es muy importante porque el uso de bioinsumos significa una oportunidad de introducir o de reintroducir la biodiversidad en el interior de la propia producción agrícola”.

“Estamos muy acostumbrados a pensar en la conservación de la biodiversidad solo teniendo en cuenta las áreas florestales o las áreas ricas en la biodiversidad aparente. Pero una dimensión muy importante de la conservación de la biodiversidad es la vida en los suelos. Entonces, el uso de bioinsumos es tremendamente importante porque significa la posibilidad de introducir o de reintroducir la diversidad y la vida en el interior de la propia actividad agrícola que hasta ahora ha sido marcada justamente por el contrario, por el exterminio de la biodiversidad y la vida a través de los agropecuarios de los agrotóxicos, de la eliminación de todo lo que no son las especies comerciales cultivadas”.

“Hay otra dimensión importante en el uso de bioinsumos que es la posibilidad de una mayor independencia o al menos de una mayor autonomía de los propios productores en relación a las grandes corporaciones que venden esos insumos químicos convencionales. El caso reciente de la aprobación de la Ley de bioinsumos en Brasil dejó esto muy claro. Se situaron en polos opuestos los productores rurales de diferentes tamaños y, por otro lado, la industria de los insumos químicos.

Entonces, esto muestra también que esta transición a la sustentabilidad en el sector agropecuario va a exigir una nueva concertación de intereses. Y el uso de estas nuevas tecnologías también necesita restituir a los productores una mayor autonomía frente a estas grandes corporaciones que hoy controlan el modelo tecnológico que es usado en la agropecuaria global”.

Brasil como líder mundial en producción de soja: ¿por cuánto tiempo y a qué costo? Preguntan en la Cátedra sobre sistemas alimentarios saludables y sostenibles de la universidad de Sao Paulo.

Brasil y Argentina: desafíos y oportunidades regionales

“La relación entre Argentina y Brasil en el escenario regional siempre ha variado un poco en función de quiénes son los gobernantes frente a cada uno de los países en cada momento”.

“Pero, además de estas oscilaciones coyunturales, Argentina y Brasil tienen algunas características estructurales que por sí solas ya deberían ser suficientes para una agenda común y compartida. Estamos hablando de dos países grandes en términos de extensión territorial, dos países vecinos y dos países que comparten esta dependencia hoy de algunos productos de exportación. Es el caso destacado de la soja y las carnes”.

Brasil y Argentina son dos ejemplos del neo-extrativismo latinoamericano y de todo lo que significa esto en términos de inserción en el orden internacional, simplificación de las estructuras económicas, concentración . Hay mucha gente que piensa que esto no es un problema porque el argumento es que en el futuro el mundo va a necesitar cada vez más de la producción de proteínas y Brasil y Argentina están bien posicionados para ofrecer esto de lo que el mundo va a necesitar. Pero esta es una visión míope y ilusoria porque no lleva en cuenta grandes transformaciones, grandes cambios que ya están en curso”.

“Estoy refiriendome a los cambios climáticos que van a afectar las condiciones de productividad en Brasil y Argentina. Estoy hablando de cambios demográficos porque algunos de estos países que en las últimas décadas más demandaron la producción de soja están pasando por transformaciones significativas. La población de algunos de estos países tiende a disminuir. Es el caso de China, por ejemplo, que es uno de los grandes destinos de estas exportaciones. Y hay cambios en los hábitos de consumo que también van a presionar por cambios en la producción. Todo esto nos permite pensar que Brasil y Argentina deberían estar preocupados no en mantener la trayectoria que tienen hasta ahora, sino en usar las capacidades que ambos países construyeron para ser grandes exportadores mundiales para ahora liderar la nueva transformación que el sistema agroalimentario global necesitará en el siglo XXI.

No se trata más, por tanto, de simplemente continuar produciendo lo que se produjo en las décadas pasadas”.

“Brasil y Argentina son países que tienen capacidades instaladas en sus comunidades científicas, en su sector empresarial, en sectores, inclusive, de la burocracia gubernamental para liderar esta cambio por el que el sistema agroalimentario necesita pasar. Ahora hay otro desafío también, que es disminuir la dependencia de estos sectores exportadores de comodidades. Sin esto, Brasil y Argentina no van a disminuir su vulnerabilidad externa y sin disminuir esta dependencia de los sectores exportadores de comodidades ni Brasil ni Argentina van a conseguir economías más inclusivas.

Es necesario, por tanto, pensar en estrategias de diversificación de las economías en los dos países. En este sentido, la integración de mercados, la integración latinoamericana de manera a generar más y mejores oportunidades de generación de renda, más y mejores oportunidades de internalización de la circulación de los flujos económicos sería algo también extremadamente importante para ambos los países”.

Más info: https://catedrajc.fsp.usp.br/

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